¿Y ahora, qué sigue?
3. Dinámicas de seguridad: Panorama Nacional
El texto nos ubica después de la firma del acuerdo de paz en la Habana Cuba, haciendo referencia a lo que sucedió con aquellas comunidades y/o zonas donde operaban las FARC después de desmovilizarse
Entonces hablamos de 242 municipios que se vieron directamente afectados, una vez más, por la ausencia y falta de compromiso del estado con el acuerdo. De modo que una de dos cosas ocurrieron:
- Copamiento criminal, afectando el narcotráfico y su negocio, debido a la inseguridad, acaparada previamente por las FARC.
- El copamiento de bandas criminales y otros grupos armados constituidos por disidentes y grupos post FARC. Ej. Pacífico nariñense.
Para colmo de males, los problemas no se quedaron ahí, sino que se extendieron a mucho más, representando un grave riesgo, puesto que garantiza la permanencia e inclusive surgimiento de otros grupos al margen de la ley, hecho que conllevó una serie de daños, sobre las daños que ya habían.
- O en su efecto, el aumento del índice de inseguridad debido a la presencia de bandas atracadoras del común.
- Desestabilización de poderes locales
- Incapacidad de progreso y/o resurgimiento del territorio
- Monopolio de poder
- Proliferación de nuevas estructuras ilegales armadas
- Total fracaso en conciliación con el ELN y asimismo el vano intento de acabar con el Clan del Golfo.
La situación más que paradójica, resulta el colmo y la viva muestra de que el gobierno no está haciendo lo que debería hacer y en efecto no está interesado en el cumplimiento de dicho proceso, pues que prueba más suficiente que el estar estancados por tres años, haciendo nada, en la fase de Estabilización, cuando deberíamos ir ya en la exploración y más de ser posible de Normalización. En todo caso, el sentido no es correr para hacer por hacer, sino realizar la tarea bien, aludiendo así el tener que caer una vez más en ese círculo del que tanto nos costo medianamente salir, a través del proceso de paz.
3.1. Grupos armados postfarc-GAPF: se consolida la amenaza.
Posteriormente tenemos más problemas, ya que tal cual parece que la llegada de Duque a la presidencia fue la cereza que le faltaba al pastel para que aquellos grupos se fortaleciaran más, y se extendieran como plagas por el país ocupando 87 municipios de 58 que eran apenas en un principio.
Simultáneamente el reclutamiento de nuevos individuos que significa más poder y el empeño de los incidentes por agruparse para formar nuevas alianzas con ambiciones políticas a través de la violencia, es decir, la misma burra al trigo. Los riesgos son latentes y la probabilidad de una solución futura se reduce a cifras alarmantes: por aquí, la bandolerización, es decir, las disputas de poder por la falta de un líder que comande, no habiendo otra opción más que bajar de rango y delinquir sin organización alguna entre sí; y por allá, la creación de una estructura organizada, suponiendo que gran parte de los exguerrilleros consigan un tipo de "acuerdo", apoyado por una serie de caracteres nacionales de bien común.
Es resumen, lo que depara es mucho más complicado que el mismo conflicto armado, la incertidumbre acecha y al parecer el gobierno no está demasiado preocupado en responder por lo que prometió. Ahora más que nunca es hora de poner los pies sobre la tierra, porque lo que se viene no es lindo, quizá, emerja un nuevo grupo armado, si es que ya no está, ¿pero de verdad estamos dispuestos a volver a la violencia?, es decir, ¿dimos un paso tan grande para dejarlo en migajas? El gobierno debe hacer su trabajo y no desamparar en el instante más crucial el proceso de paz. Punto final
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